London School Un referente en la enseñanza de idiomas en Canarias

Hace ya tiempo que el mercado laboral viene midiendo los currículums en unidades de inglés. Pero ya mucho antes de este ‘tardío’ interés por el bilingüismo existían academias privadas, centros de enseñanza reglada donde profesores especializados, nativos en su mayoría, hacían una pequeña y significativa labor en el cultivo de otras lenguas. Este es el caso de LSE London School, que lleva más de tres décadas en el centro de Santa Cruz, fruto de la vocación de Leslie W. Wintsch, un  profesor e investigador de Matemáticas y Física procedente de Gran Bretaña. “Tengo 69 años y podría jubilarme, pero me encanta estar aquí y voy a parar cuando esto no funcione [ríe señalando su cabeza]”.

Se enamoró de la docencia al conocer a su mujer en Oviedo, donde fue a hacer investigaciones en su rama de estudios y acabó abriendo una academia una vez casado, y tras haber pasado por un colegio en Miami, donde ambos compartían labores de docencia y gestión, decidieron fijar definitivamente su residencia en Tenerife. “Mi mujer es medio canaria, su padre es de La Laguna, y su madre de Asturias. La idea era que no quisimos trabajar más juntos para no hablar más de colegios. Ella aprobó las oposiciones de catedrática de inglés en institutos y yo iba a poner un colegio, pero nunca llegaba a hacerlo”.

En su lugar, y por suerte para miles de canarios, abrió LSE London School, y en vez de repartirse las labores de dirección con su esposa, lo ha hecho con Brígida González Hernández, que lleva 32 años en la academia (“empezó cuando tenía 17 años”) y Sofía González Hernández, hermana de Brígida, quien lleva 25 años en este proyecto para la mejora de la enseñanza en inglés.

 

Caracterizada por un trato humano, cercano y adaptado a las necesidades de cada persona, la academia, que también posee una sede en Candelaria, ha fabricado a lo largo de estos años una sinergia entre el profesorado, procedente de prácticamente todo el mundo, y más de 20.000 alumnos que han disfrutado del aprendizaje de una nueva lengua gracias a una metodología muy sencilla, el “proceso funcional”.

El sistema educativo español siempre se ha caracterizado por hacer más hincapié en la gramática y ejercicios escritos que en la pronunciación y la comunicación oral. “Es evidente que a hablar se aprende hablando, y  desafortunadamente mucha gente que especialmente tiene 40 años o más piensa que se aprende con gramática. Y la gramática es útil, no estamos en contra, aquí damos gramática. Pero la base para aprender un idioma es escucharlo hablándolo y es un proceso funcional”, sentencia Wintsch.

De lunes a sábado, la academia LSE London School se ve sometida a una actividad frenética. Tal y como nos cuenta su director pedagógico, “hay entre siete y 10 grupos funcionando al día”. Inglaterra, Escocia, Irlanda del Norte, Irlanda del Sur, Gales, Canadá, Norteamérica, Noruega, Finlandia o Australia son los países de procedencia del profesorado que forma parte de la ‘gran familia’ de London School, así como nativos de Francia y Alemania que imparten clases de francés y alemán, respectivamente.

 

Apuntando siempre a la excelencia educativa, la academia tiene programas infantiles, intensivos de inglés, para la preparación de exámenes, de jóvenes, de alemán, de francés, de español para extranjeros y otros servicios adaptados a los requerimientos de los clientes (traducción, inglés temático, etc.) siempre bajo una metodología basada en la interactuación y la calidad de contenidos. “La educación no es muy rentable, pero me encanta, para mí es un hobby -reconoce el director-. Se puede ganar masificando las clases, pero entonces no estás enseñando bien. Se puede ser elitista, pero entonces no estamos dando clases a la mayoría de la gente”.

El mejor aprendizaje

Como muchos investigadores en el campo del  bilingüismo, Leslie Wintsch opina que no es más complicado para los españoles el aprendizaje de un segundo idioma que para cualquier  otra persona y aduce causas históricas y sociológicas para explicar el interés tardío por incorporar el inglés como segunda lengua. “Franco no quiso saber mucho de inglés y empujaba a todo el mundo a hacer francés. Entonces la gente que tiene hoy más de 45 años es la que menos estudió inglés. La que menos, al menos en el instituto o colegio han tenido algo de inglés”, explica.

Más allá de términos propios del lenguaje futbolístico y alguno que otro como “sandwich” o “cassette”, nuestro país daba la espalda a este idioma porque “Franco no creía en la educación, quiso que los ciudadanos fueran brutos porque no quería que pensaran por sí mismos”. Una sencilla anécdota le sirve al director pedagógico de London School para ejemplificar su argumentación: “Cuando yo vine a España hace muchos años no sabían qué eran Robert’s Rules of Order (Reglas de Procedimiento Parlamentario de Robert) que se empleaban en todo el mundo menos aquí, porque no había parlamento donde emplear sus reglas”.

Y no se equivoca. El Eurostat le da la razón: las últimas estadísticas reflejan que la mitad de los españoles reconoce no hablar una lengua foránea. Pero, a pesar de que España sigue suspendiendo en inglés en comparación con los países europeos -“nos están haciendo la competencia los nórdicos, en Noruega el inglés ya no es un segundo idioma, es un primer idioma”-, su experiencia pedagógica le lleva a ser optimista y afirma que “el inglés no ha mejorado ni el 25 ni el 50 ni el 100%, ha mejorado el 500% en España desde entonces”. Por tanto, “ vamos en una buena dirección”.

 

Hoy en día, al menos, indica Leslie W. Wintsch, la familias, sobre todo las que viven “en núcleos que tienen más posibilidades” y “donde hay un poco más de nivel cultural” muestran más conciencia de la importancia que tiene que sus hijos se eduquen en un segundo idioma porque saben que no solo es beneficioso para que puedan comunicarse mejor sino también para poder desarrollarse profesionalmente en el futuro. “Estamos hablando de que si esos niños tienen entre 3 y 5 años ahora, en dos décadas, 20 años más, se va a notar. Nunca pensamos que sea gente mejor ni más inteligente, simplemente son personas que están en una posición mejor para hacerlo”.

El director pedagógico de London School reconoce que esa es una de sus grandes batallas en la enseñanza. Si bien admite que nunca es tarde para aprender un idioma distinto al materno, es mucho mejor hacerlo en la primera infancia. “Estoy intentando, como un cura de inglés (ríe), vender la idea de que tiene que hacerse cosas en inglés desde nacer. Esa es mi misión hoy. Ya estaríamos como la gente de otros países con esta idea”.

Y mientras en el ámbito educativo de otros países se recomienda a los padres hablar en inglés con sus hijos en casa para mejorar sus habilidades comunicativas, la experiencia de London School apunta a la dirección contraria. Más allá de los beneficios neurológicos que conlleva el aprendizaje de una segunda lengua,  Wintsch comenta que normalmente tienen alumnos “que empiezan pequeños y cuando llegan a 14 años ya están hablando inglés perfectamente, pero en general la gente no sigue”. Un problema básicamente de constancia: “Lleva tiempo, pero la gente no quiere. Quieren un chip que se puedan poner y un mes después hablar perfectamente”.

 

Por ello, la academia ha dado con la clave para lograrlo. “Hace ocho años nunca combinábamos las clases de niños con las de adultos, porque pensábamos que molestaban. Entonces, muchos padres pidieron venir a la misma hora que sus hijos y hemos encontrado incluso, estoy intentando hacer un estudio sobre eso, que los padres que vienen a la misma hora que sus hijos aprenden mucho más que la gente normal en clase”. La explicación es muy sencilla, en opinión de este profesor vocacional, “no faltan a clase, son muy constantes”.

Al finalizar esta entrevista, gentilmente y con mucha educación, igual que como si estuviera terminando una clase, Leslie W. Wintsch pide que apuntemos en la libreta algo importante: “Solamente que recuerdes que cuanto antes empiecen los niños, mejor”. ¿Y un adulto? “Cualquiera puede aprender inglés en un nivel bastante alto, pero tiene que ser constante”.



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